"Los padres, son los modelos naturales de sus hijos: Existen dos maneras de modelar"
1- El
modelaje vertical que abarca la interacción de padres/hijos: las mayorías
de las investigaciones científicas en el
arte de modelar se enfocan en este modelo vincular. Implica que se ocupan de
las relaciones parentales/filiales, en función de las tareas como progenitores
y las vivencias con los hijos a fin de educarlos para el futuro. Relaciones que
se da con sentido de verticalidad hacia ambas direcciones: desde arriba hacia
abajo con los padres modelando y desde abajo hacia arriba, los hijos
aprendiendo. Tales maneras hipotéticamente revisa las relaciones que vinculan sus deberes paternales en tal sentido:
“el papá debe jugar con sus hijos varones”, “la madre debe enseñar a las hijas”
y otras muy similares.
2- El
modelaje horizontal (interacción de los cónyuges/padres entre sí): Los
estudios son increíblemente menos en cantidad por lo que es más difícil
encontrarlos dentro de las literaturas. Es como si las relaciones entre ambos padres
pasaran inadvertida, o a un segundo
plano como forma de modelar para la educación
sus hijos. La idea que proponemos es que la dinámica diaria de esta
relación horizontal (entre la pareja de padres/esposos) afecta definitivamente
la conducta de los hijos y sirve como modelo que ellos imitarán y es de primer
orden, es el modelaje principal en el tema de la educación, porque es la base
donde se construyen todas las dinámicas del hogar. Muchas veces llegan a
consulta jóvenes con dificultades de relación en su entorno social (familia,
escuelas, pareja, etc.) y se descubre que la raíz de estas actitudes
disfuncionales se encuentra en las dinámicas enfermizas de las relaciones
matrimoniales de sus padres (peleas, agresiones físicas y verbales, actitudes
de irrespeto mutuo, etc. entre la pareja).
La
modelación en este sentido se da en forma horizontal, y representan aquellas
dinámicas vinculares de la pareja como cónyuges/padres: aspectos que involucran
el modo en que se tratan entres sí mismos en su relación conyugal, el cómo se hablan entre sí, el respeto mutuo, el
amor, el cariño, el tono de voz, que se prodigan etc. todas estas
interacciones expresivas de los padres afectan
las actitudes presentes y futuras que
las proles forjarán como modelo de conducta.
Cuanto
más amor revelen los padres/esposos en su relación, cuanto más nobles y puros sean las atenciones mutuas,
cuanto más alto sean los propósitos que vivifiquen los padres, cuanto más elevadas sus dotes
intelectuales y morales, cuanto más desarrolladas sus facultades físicas,
cuanto mejores sean las relaciones entre ellos. Mejor será el equipo que sus
hijos cargarán como liviana mochila que ha
de acompañar la vida que sus proles revelarán en las conductas diarias.
Las
dinámicas de estas relaciones finalmente se constituyen en la base principal
para el desarrollo de toda la familia,
especialmente de los hijos. En este artículo, vamos a desarrollar el punto de partida de (Dunker 2001) para
tener una “Familia Saludable” que dice:
“En
una familia saludable el padre y la madre tienen una relación más cercana que
con cualquier otro miembro”
José Dunker
Es
fundamental el rol horizontal de los padres para la buena crianza de sus hijos,
ya que son los modelos que ellos
naturalmente van a imitar por el resto de la vida. El fundamento
emocional equilibrado de los hijos se va creando de la interacción sana que
nace de un vínculo afectivo fuerte
de sus padres entre sí. También
es cierto que las parejas de padres disfuncionales, crean hijos disfuncionales
para la familia y la sociedad, por eso decimos que:
"La
relación más importante para una esposa y madre no es con ninguno de sus hijos
o hija, sino, su marido; la relación más importante para un esposo y padre, no
es con ninguno de sus hijos, sino, su esposa. Por lo tanto, se debe dar
prioridad a esta relación"
Los
cónyuges en su función de ser padres, y que aprenden a tener una clase de
relación muy cercana entre sí, crían hijos sanos emocionalmente, equilibrados,
seguros de sí mismos, con alta auto estimación propia y con tendencias a tener
futuros hogares bien constituidos. Esto
porque han convivido con el modelo ejemplificador de sus progenitores, también
es verdad que un hogar disfuncional es caldo de cultivo que sus hijos tienen
probabilidades de repetir en el futuro.
Con
razón Nuestro Señor Jesucristo dijo: “No puede el buen árbol llevar malos frutos,
ni el árbol malo llevar frutos buenos”
Queremos
aportar una serie de acciones horizontales específicas a realizar por los
cónyuges/padres en sus dinámicas diarias como parte de las intenciones
modeladoras funcionales para sus hijos. Estas acciones, conllevan resultados
favorables para la educación presente y futura de los mismos. Recomendamos los
siguientes aspectos.
1- Tener un
espacio exclusivo dentro de la casa:
a pesar de la crisis contractual a nivel mundial, cada pareja debe hacer los
arreglos necesarios para construir su propio espacio alejado de los familiares
o rentar (vivir solos sin las intervenciones de los suegros) y acomodar un
espacio privado donde pueden tener un lugar exclusivo dentro de la casa: la
habitación conyugal que sea, aseado, limpio, placentero y apartado
exclusivamente para uso de la pareja. Esto es prioritario para las
interacciones sana de la pareja y los hijos.
2- La
habitación conyugal es un lugar, para
descansar y hacer el amor para la pareja: (No es el lugar donde los niños
juegan): se debe priorizar las fronteras entre los espacios comunes en una casa
y las habitaciones privadas de cada uno de los miembros.
Se
recomienda como un gesto de cortesía y buenos hábitos que sirven de modelo que
cuando los padres necesitan ir a la habitación de sus hijos, o hijas deben
golpeen la puerta, nunca ingresar de sorpresa. Las puertas de todas las
habitaciones deben permanecer cerradas e ingresar después de recibir
autorización. Lo mismo debe suceder cuando los niños deseen ir a la habitación conyugal, se debe enseñar
con el ejemplo primeramente, que la habitación conyugal es un lugar privado al
cual ingresar con el permiso de los padres.
Lo
contrario sucede en familias aglutinadas donde se desconocen las fronteras, los
hijos se crían libertinos, con falta de respeto, desordenados y disfuncionales
para sí mismos y para la sociedad.
Esta
regla de convivencia es parte de las fronteras que naturalmente deben existir
en todos los hogares. Donde se practican las fronteras familiares, los hijos se
crían con deferencia hacia sí mismos y hacia los demás, porque aprenden desde
sus hogares a convivir respetando los espacios ajenos, lo cual le libera de
grandes dificultades cuando se relacionan con la sociedad.
La
inferencia es esta, los hijos e hijas criados así, son jóvenes respetuosos, amorosos,
comprensivos y son un buen legado de sus padres a la sociedad.
3- En otro
aspecto: Los bebés, hasta los seis meses de edad
pueden compartir la habitación de los padres; pero en su propia cuna, no en la
cama matrimonial. A partir de esa edad deben ser mudados a ocupar su propio
espacio en otra privada. Se han comprobado muchos beneficios para la salud
emocional en la vida de ese individuo. Solamente hay que tomar todas las
precauciones para la seguridad del bebé en su nueva habitación. En la
actualidad hay muchos avances tecnológicos para asegurar el bienestar de los
hijos a esta edad: Cámaras, micrófonos, monitores de imágenes y sonidos, etc.
en su propia habitación los padres pudieran dejar entre abierto su puerta y la
puerta del bebé por si el bebé
necesitara algo, o se enferma, o llora etc.
Debe estar seguro que sus padres están allí.
4- Alabe a su
pareja: exprésense alabanzas mutuas por todos los
privilegios de haberse escogido el uno al otro para entregarse totalmente y sin
reservas a esta relación, exprese
bondades, cariño, amor, las virtudes emocionales y cualidades
positivas de ambos.
5- Salidas
frecuentes en pareja, como cuando eran
novios: Caminatas, restaurantes, helados, hoteles, viajes, fin de semanas,
feriados, playas, ríos, montañas, etc. Estas son recetas que no fallan a la
hora de disfrutar juntos como pareja e imprimen un legado emocional grandioso
para los hijos que crecen en ese hogar. Los hijos, cuando ven que sus padres
salen solos a disfrutar, ellos infieren emocionalmente que entre papá y mamá las cosas están bien. Así que como
resultado natural de esta práctica, los hijos estarán bien, se ha comprobado
además que los hijos resuelven mejor sus conflictos cuando los progenitores
están ausentes.
6- Hábitos de
comunicación franca: El nivel más difícil de
comunicación, es el nivel de las emociones “estoy feliz”, “te amo”, “gracias
por haberme elegido como compañero/a tuyo”, “te pido perdón”, “estoy triste”,
“no me gustó la forma como te has
expresado” estas y otras expresiones similares, son las que más cuestan
desarrollar en una relación, sin embargo son las que más frutos dan a la hora
de practicarlas y producen unidad y fortaleza en la relación.
7- Sexualidad
sana, divertida y frecuente: la práctica de la
sexualidad humana, no es para satisfacer los instintos naturales solamente.
Además de satisfacer las pasiones, la sexualidad es un acto físico, emocional y
lo es también espiritual donde la pareja crece en todos los aspectos,
favoreciendo el logro de la felicidad plena.
La
sexualidad en la vida conyugal, se debe practicar de manera frecuente y no hay
que esperar hasta que “me den ganas” eso
pasa con los animales quienes se relacionan íntimamente solo en la época de
celos. La especie humana, por el contrario, puede y debe hacer el amor de
manera frecuente y eso se logra creando el ambiente y despertando las libidos
de cada miembro.
Diariamente
cada uno de los cónyuges debe hacer los
arreglos románticos para la práctica de
relaciones íntimas. Debe haber preparación a partir del último encuentro
amoroso. Ahí comienza y continúan desde que se levantan a la mañana temprano de
este nuevo día, incluye además, llamadas con mensajes románticos, notas pegadas
en las paredes, flores, y la higiene personal de cada uno de los miembros cada
noche antes de ir a la cama y al final un buen perfume. Se desaconseja el
acto con los ojos cerrados, en
habitaciones oscuras, tapados totalmente porque revela miedos y temores; sino,
mirándose a la cara, en habitaciones bien iluminadas, con música instrumental
adecuada y disfrutándose mutuamente todo sus cuerpos, debe haber manoseo,
caricias por todo el cuerpo sin reservas antes del acto per se. Así se goza
mutuamente de este momento placentero y feliz.
Realizar
este ritual es de vital importancia para la felicidad de la pareja. Aunque no se tengan relaciones íntimas diarias, da
resultados de gran beneficio porque sirve como fundamento para alimentar el
bienestar de la relación y produce sanidad, felicidad y convivencia funcional.
8- Repartición
armoniosa de roles: se ha comprobado que las
parejas que se reparten los roles de los quehaceres domésticos, realizan más
frecuentemente el amor que aquellos que no lo hacen. Las razones, entre varias
otras es que las mujeres se sienten más
amadas y se disponen a estar más unidas a
su pareja, por lo que se entregan con más frecuencia y suavidad, además
del contacto propio mientras realizan las tareas juntas, supone un aumento
natural de la libido. “Y el Señor Dios dijo: No es bueno que el hombre esté
solo; le haré una ayuda idónea”
9-
Colaboración en la crianza de los hijos
y la práctica de valores espirituales se constituye en un gran soporte
adicional para la solidez matrimonial.
10- Antídoto contra el síndrome del nido vacío:
Realizar estas sencillas prácticas de manera rutinaria en la relación conyugal,
supone un gran beneficio para el futuro, genera fuente importante de reservas
emocionales de amor en la pareja, tendiente a disminuir el impacto de la
depresión por el nido vacío cuando los hijos se casen y se vayan de la
casa.
Aparición de síntomas del síndrome del nido vacío:
No menos importante es que cuando el padre y la madre se queden solos en este tiempo del nido
vacío, igualmente se sentirán bien emocionalmente, disfrutándose de la compañía
mutua de amor y amistad del uno al otro porque desde su juventud han cultivado esa relación de amor a lo largo
de los años de su vida de matrimonio.
Gran
parte de los matrimonios, luego de una larga vida en pareja, sufren depresiones
por las consecuencias del nido vacío, las razones se fundamentan en que han
invertido su tiempo y energías en amar más a sus hijos que a sus cónyuges. Amar
más a los hijos que a la pareja es grave para las relaciones matrimoniales y
como consecuencias lógicas, ahora que
los hijos ya se fueron de casa se encuentran solos, dos personas adultas y extrañas,
que se trataron como pareja
disfuncional, porque no han priorizado su relación amorosa por encima del amor
prodigado sus hijos. Ahora, en el ocaso de la vida le faltan quienes ya
se fueron, por lo que viene la depresión.
Hay
experiencias lamentables de cónyuges que dieron más importancia a la crianza de
los hijos que a la conformación de una vida conyugal fuerte, y al llegar a este
tiempo sencillamente no se soportan el uno al otro y terminan divorciándose, o
viviendo bajo el mismo techo, sin tener una relación íntima, depresivos y
enfermos muchas veces.
Conclusión:
Así hay que reconocer que lo más importante en una familia saludable es la
cercana relación que mantienen el padre y la madre.
Lic. Mario García MTF Lic. Mario García MTF
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